Livraria Lello e Irmão, Cidade do Porto, Portugal |
La escritura metódica me distrae de la presente condición de los hombres. La certidumbre de que todo está escrito, nos anula o nos afantasma. Yo conosco distritos en que los jóvenes se prosternan ante los libros y besan con barbarie las páginas, pero no saben descifrar una sola letra. Las epidemias, las discordias heréticas, las peregrinaciones que inevitablemente degenran en bandolerismo, han diezmado la población. Creo haber mencionado los suicídios, cada año más frecuentes. Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvel, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.
Livraria Lello e Irmão, cidade do Porto, Portugal |
Acabo de escribir infinita. No he interpolado ese adjetivo por una costumbre retórica; digo que no es ilógico pensar que el mundo es infinito. Quienes lo juzgan limitado, postulan que en lugares remotos los corredores y escaleras y hexágonos pueden inconcebiblemente cesar - lo cual es absurdo - . Quienes lo imaginan sin limites, olvidan que los tiene el número posible de libros. Yo me atrevo a insinuar esta solución del antiguo problema: La Biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier direción, comprobaria al cabo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden (que, repetido, seria un orden: el Orden). Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza.
Extraído de "Ficciones", de Jorge Luís Borges(1899-1986)
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